martes, julio 18, 2006

Las deudas que aún no se pagan


Jaime Solares sindicalista e
informante policial,
a su derecha Luis García
Mesa ex dictador boliviano
juzgado por corrupción y
asesinatos condenado a
30 años de reclusión penal.
Bolivia

Por Antonio Peredo Leigue
Julio 17, 2006

Hoy es 17 de julio. Hace 36 años, al mediodía, paramilitares bolivianos y argentinos asaltaron la sede de la COB y asesinaron a Marcelo Quiroga Santa Cruz y otros dos compañeros. Así inició su asalto al poder el dúo de narcotraficantes Luís García Meza y Luís Arce Gómez.

Es cierto que, ambos, están purgando largas penas de cárcel. LGM es el único dictador, de esta parte del mundo, que cumple una condena por los crímenes cometidos durante el año que mantuvo capturado el gobierno. Pero es cierto también que hay muchos hechos pendientes, que deben ser esclarecidos. Hay muchas deudas que aún deben pagarse. No basta el encierro de los delincuentes para resarcir los daños que provocaron.

La esperanza cercenada


A fines de 1964, Marcelo Quiroga Santa Cruz retornó a Bolivia. Traía un galardón como novelista, pero deseaba participar en política. Dos años después era diputado y allí comenzó la identificación de los grandes problemas que aquejaban, y aún aquejan al país. Fue el petróleo que lo convenció del futuro de Bolivia y en ese terreno dio sus pasos de novel y aguerrido líder político.

La nacionalización de los hidrocarburos -la segunda que se hacía en Bolivia- fue la culminación de sus esfuerzos al finalizar 1969 y, un año después, la fundación del Partido Socialista que luego, por desgajamientos de algún grupo, tomó el nombre de Partido Socialista Uno (PS-1).

La dictadura de Hugo Banzer (1971-78) fue una larga sucesión de exilios. Desde el Departamento de Estado y el Pentágono se aplicaba la Tesis de las Fronteras Ideológicas y había que emigrar, cada vez más hacia el norte.

La huelga general de hambre, comenzada un 28 de diciembre de 1977 duró cuatro semanas. Miles de bolivianas y bolivianos quebraron la dictadura de siete años. Pudimos retornar a la democracia y Marcelo Quiroga, nuevamente en el Parlamento, planteó el juicio contra Banzer y sus colaboradores. La televisión permitió a todo el país escuchar la extraordinaria acusación que hizo y ver el ambiente de un Congreso que oscilaba entre el miedo y el atrevimiento.

Después, sin que se hubiese concluido el juicio, perpetraron el golpe de los narcodólares. Marcelo Quiroga figuró como la primera víctima de ese asalto.

Banzer, ¿exculpado?

La muerte del dictador, que nunca fue sometido a juicio, ha permitido que los interesados echen tierra al tema. No ha vuelto a hablarse de un juicio. Pero es necesario recordar que, un juicio penal, debe castigar al culpable y resarcir a las víctimas.

Basta señalar un nombre: Carla Artés, una niña de pocos meses de edad que fue víctima de la dictadura de Banzer, víctima de la Operación Cóndor, que armaron los dictadores de los años ‘70. ¿Será posible que, sin un juicio a los culpables del daño que le hicieron, pueda tener la reparación que se le debe?

Están vivos todos los colaboradores del dictador. Pasean su impavidez por las mismas calles en las que sembraron el terror. Incluso han ocupado y ocupan cargos parlamentarios.

Los delitos que cometieron, y que no han sido reparados, deben ser reconocidos y castigados por la justicia.

Los recursos del dictador

Es cierto, por otra parte, que García Meza está preso en la cárcel de seguridad “San Pedro de Chonchocoro”. Pero una parte importante del fallo dictado contra el dictador no se cumple. LGM fue degradado con ignominia del rango que ostentaba en las Fuerzas Armadas. Sin embargo, sigue recibiendo pensiones que paga el Estado boliviano y tiene atención permanente el Hospital Militar, donde otros servidores de esas fuerzas son rechazados por una simple orden superior.

Su defensa pretende lograr que se le rebaje la pena; intenta que se le otorgue el beneficio de prisión domiciliaria. La sentencia del Tribunal Supremo, expresamente, le impone 30 años de cárcel en Chonchocoro, sin derecho a indulto. La estratagema de su abogado, sería una forma de indultarlo.

Recuperar la memoria

Pongamos una fecha. Hagamos que el 17 de julio sea el día en que se movilice todo el pueblo para recuperar la memoria. Recuperemos los cuerpos de nuestros combatientes, enterrados en fosas comunes, ocultos en tumbas clandestinas, botados en los basurales de la historia.

Recuperemos las fortunas mal habidas de las que siguen gozando nuestros torturadores y sus familias. Recuperemos la memoria, para construir el futuro.
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viernes, julio 14, 2006

¿Sembró Venezuela el petróleo?



Un análisis de José Guerra
(Servicios de Google)


"Se acostumbrarán a vivir del subsidio petrolero"...

Y así fue. Un intelectual visionario de la trayectoria y futuro de su pueblo.


14 de julio de 2006
El 14 de Julio de 2006 se cumplen setenta años de la publicación del que puede considerase el artículo que más influencia ha tenido en Venezuela o al menos el que se ha citado más veces. Efectivamente, con el título de Sembrar el petróleo, Arturo Uslar Prieti planteó el dilema fundamental de la economía petrolera venezolana. Aunque para el momento de escribir Uslar el artículo el petróleo todavía no había desplegado su dominio absoluto en la economía, su visión futurista le permitió anticipar lo que pronto ocurriría.
Uslar conceptuaba al petróleo como una industria destructiva que liquidaba la verdadera base del desarrollo y la prosperidad de Venezuela: su agricultura. De acuerdo con Uslar, esa industria destructiva se convertía en la principal fuente de ingresos fiscales lo que se expresaría en el hecho de que los venezolanos se acostumbrarían a vivir subvencionados y con el espíritu resquebrajado para el trabajo al sentirse con derechos a disfrutar de su porción de una riqueza no laborada. Así se valoraba Uslar esa preocupación: “La riqueza pública venezolana reposa en la actualidad, en más de un tercio, sobre el aprovechamiento destructor de los yacimientos del subsuelo, cuya vida no solamente es limitada por razones naturales, sino cuya productividad depende por entero de factores y voluntades ajenos a la economía nacional”. De allí que advirtiese del peligro que Venezuela y los venezolanos se transformaran en una especie de tributarios del petróleo, dependiente su destino de una riqueza fortuita toda vez que el petróleo iba “(…) hacer de Venezuela un país improductivo y ocioso, un parásito del petróleo, nadando en una abundancia momentánea y corruptora y abocado a una catástrofe inminente e inevitable”.
En el fondo la primera preocupación económica de Uslar fue que la dinámica del petróleo en la economía se expresaba en una moneda fuerte, el bolívar de la época, que estaba ayudando a extinguir la base agrícola del país, fuente de riqueza permanente según Uslar. Esto es lo que hoy se denomina la enfermedad holandesa, por el efecto negativo que sobre la industria de Holanda tuvo la explotación de los yacimientos de gas a comienzo de los ochenta. También fue preocupación temprana de Uslar la necesidad de elaborar dos presupuestos, uno con los ingresos ordinarios y otro con recursos petroleros, los cuales, por su carácter perecedero, debían dedicarse exclusivamente a la inversión, al plantear que “Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales”. Esta posición uslarista es la de un hombre comprometido con la ética del capitalismo como sistema productivo, alejado del rentismo y el parasitismo. Una vez que Uslar pasa de la cátedra al gobierno le tocó justificar la intervención del Estado en la economía para proteger y estimular al establecimiento productivo nacional con aranceles elevados, limitación a las importaciones y créditos baratos. Fue justamente esa política, de sustitución primaria de importaciones, la que comenzó a aplicar el Gobierno de Medina Angarita, del cual Uslar fue el ministro más destacado. Posteriormente, bajo el segundo gobierno de Betancourt adquiere un firme impulso el camino industrializador auspiciado por el Estado venezolano que hizo de esa política un principio. Fue esa la manera en que Betancourt entendió la siembra del petróleo, con lo cual Venezuela comenzó a acortar la ventaja que tenían otros países de América Latina que tempranamente comenzaron a industrializarse.
De esta manera, el gobierno con una mano cerraba el mercado interno y otorgaba financiamiento para incentivar a la industria nacional y con la otra repartía la renta petrolera mediante transferencias directas, empleo público y subsidios. Por ello, siendo fiel a su posición inicial, Uslar advirtió a finales de los años cincuenta sobre la preponderancia del Estado en la economía: “Un gran parte de esa riqueza se ha invertido en crear un capitalismo de Estado, que seguramente es el más extenso y poderoso del mundo del lado acá de la Cortina de Hierro. (…) Venezuela va a llegar a ser un país, no ya de dependientes del petróleo sino de dependientes del Estado y ese capitalismo monstruoso del Estado, llegará fatalmente a convertirse, como en el pasado se convirtió, en una terrible máquina de tiranizar”.
El hecho cierto es que la siembra del petróleo hizo posible que Venezuela instalara un parque industrial, ineficiente para algunos, pero que permitió al fin y al cabo que comenzara un proceso sostenido de estímulo a fabricación nacional de bienes que antes se importaban, como política estatal a partir de 1959. Esta política tomó un sendero insostenible después de 1974, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien cometió la equivocación de fundar el crecimiento industrial en empresas del Estado, cuya situación deficitaria acentuó en endeudamiento público de Venezuela. Agotada la sustitución de importaciones, desde los años ochenta Venezuela no ha contado con una política industrial claramente definida, como acción programada del Estado y más bien ha venido moviéndose en zigzag, lo que se ha traducido en una mortandad de establecimientos industriales. Esa política de desindustrialización ha llegado a su clímax durante la administración de Hugo Chávez, quien al trazarse como objetivo hundir a los grupos económicos tradicionales de Venezuela está haciendo naufragar a la industria nacional para favorecer a nuevos grupos o a capitales extranjeros. Por esa razón es que actualmente, en 2006, el comercio exterior de Venezuela es tan vulnerable a la coyuntura petrolera como lo era en 1936 cuando Uslar Prieti escribió su monumental artículo.
El bono del sur
Con motivo de la cumbre de mandatarios del Mercosur celebrada en Caracas, se aprobó la propuesta de Argentina de lanzar al mercado un instrumento financiero llamado el “bono del sur”, por parte de esa nación y Venezuela. Se trata de una jugada maestra del gobierno argentino para captar fondos frescos utilizando para ello el menor riesgo país que mantiene Venezuela en virtud de los elevados precios del petróleo. Así, Argentina emitiría deuda cuya tasa de interés sería la que paga Venezuela por sus pasivos en moneda extranjera. Los bancos de inversión Credit Suisse y Morgan Stanley actúan como los asesores financieros de la operación. Se ha comentado que la emisión conjunta sería por US$ 2.000 millones, destinados al financiamiento de obras y proyectos en la nación sureña. Para una economía como la venezolana con superávit en su cuenta corriente de la balanza de pagos y en sus finanzas públicas no tiene sentido emitir bonos para ser comprados por los argentinos a quienes precisamente está financiando Venezuela. De hacerse esas colocaciones se espera que prive la transparencia y no lo que ocurrió en el pasado reciente con la asignación a dedo de bonos a operadores cambiarios favorecidos por el gobierno de Venezuela.
El empuje ruso
El gobierno de Rusia ha levantado las restricciones que quedaban para que el rublo se transe libremente en los mercados mundiales y con ello retorne a su convertibilidad. Una de las medidas que impedía que esa moneda se comercializara en las plazas financieras era el encaje de 7,5% para los no residentes que mantuvieran deuda soberana rusa. Sin embargo, el banco central regulará mediante subastas diarias la evolución de la tasa de cambio. Rusia, con ambiciones de potencia, necesitaba una moneda totalmente convertible para que pueda codearse con el dólar, el euro y el yen. Favorece a Rusia las extraordinarias reservas de petróleo y gas que aseguran un flujo de ingresos en divisas que por ahora no cuestionan la estabilidad cambiaria. De hecho, al comenzar la transacciones, los primeros días de julio la moneda se sobrevaluó de 32 a 26.5 rublos por dólar. Además, ya Rusia adelantó al Club de deudores de París el pago total de las deudas acumuladas en la etapa soviética, por alrededor de US$ 22.000 millones.
Rebrota la inflación
Las cifras del BCV indican que al cierre de junio de 2006, la tasa de inflación intermensual se situó en 1,9%, con lo cual la tasa anualizada, es decir, comparando junio de 2006 con junio de 2005 alcanzó a 11,8% una de la más elevadas de América. Un análisis más detallado de las cifras muestra que los precios no controlados aumentaron 2,7% durante el mes mientras que el grupo de alimentos, el de mayor incidencia en los sectores pobres, registró una tasa de inflación mensual de 5,8%, lo que se traduce en una tasa inflacionaria anual de 18,9%. Por su parte, la inflación al mayor de los bienes nacionales experimentó un alza de 3,7%. Para tener una idea de la magnitud de la inflación en Venezuela, obsérvese que la tasa de inflación de Perú en los doce meses que van entre junio de 2006 a junio de 2005 alcanzó a 1,8%, inferior a la Venezuela en un solo mes, con todo y que en aquel país no existen controles de precios y de cambio. Hacía unos días el ministro Jorge Giordani y el diputado Rodrigo Cabezas tuvieron la osadía de afirmar que en Venezuela no existían problemas macroeconómicos. Obviamente se indigestaron con la tasa de inflación.
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jueves, julio 13, 2006

Los esperpentos de las minorías

Bolivia


Por Antonio Peredo Leigue
La Paz, julio 12, 2006

Los resultados son abrumadores: más del 50 por ciento de los votantes eligieron a los candidatos del Movimiento al Socialismo (MAS) para la Asamblea Constituyente. En Santa Cruz y Tarija, donde la derecha creyó tener sus baluartes, ganó el MAS. El referéndum autonómico, cumplido en la misma fecha, el NO a las autonomías propiciado por el MAS, contó con 57% del voto. Aún una elección municipal extraordinaria en un pueblo de 500 habitantes, el MAS dejó muy atrás a su contendor.
Pero, por supuesto, la derecha no se resigna. La democracia funciona bien, cuando la manejan ellos. Si sale de sus manos, entonces la condenan como “intentos hegemónicos” y sacan a relucir pretendidos derechos de minorías que deben imponerse, según afirman, al “totalitarismo mayoritario”.

La agrupación PODEMOS, que lidera el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga, de un 28% que obtuvo en diciembre pasado, debió resignarse a 15% en esta elección. Partidos tradicionales y pequeñas agrupaciones, que ocultan deserciones derechistas, fueron castigados con votaciones ínfimas que apenas los salvan de la desaparición.

Las razones de la sinrazón

De siempre, y aún ahora, los grupos de poder consideran que el grueso de la población no piensa; se limita a seguir consignas. No en balde un ex presidente español, sostuvo que los pueblos latinoamericanos están equivocándose en las elecciones y habría que propiciar nuevos plebiscitos para rectificar errores; por supuesto, ellos financiarían tales rectificaciones.

Pero, en Bolivia, tres votaciones han favorecido al MAS consecutivamente: municipales en diciembre de 2004, generales en diciembre de 2005 y constituyentes el pasado 2 de julio. Podríamos decir que las “equivocaciones” se repitieron 7 veces, en Venezuela. En otras naciones de este continente habrá otras repeticiones y, en alguna más, han debido recurrir al consabido fraude para tratar de obstaculizar el avance de los pueblos.

Es que, para los poderosos del mundo, democracia es el sistema mediante el cual se eligen mandatarios aprobados por Washington. Basta recordar que, en un tiempo, los candidatos debían exhibir su visa de ingreso a Estados Unidos, para habilitarse. Si un mandatario, elegido mayoritariamente, dicta medidas y toma rumbos que desagradan a George W. Bush, el “Napoleón chiquito”, pierde la paciencia y hasta puede ordenar la devastación del país en cuestión, siempre que el negocio valga la pena.

Y no discutan las formas de votación. Incluso con las reglas fijadas por ellos, con los mecanismos de control que ellos implementaron, una derrota les resulta inaceptable. Como no se atreven a hablar de fraude (¿cómo?, si ellos lo hicieron para reducir la ventaja del ganador) gritan “injerencia foránea”, “subvención de una potencia extranjera”. Y ante la mayoría que obtuvo el MAS en Santa Cruz y Tarija, proclaman que los constituyentes deben obedecer las consignas regionales (léase “del comité cívico”), desoyendo las orientaciones partidarias. Así funciona la democracia, para ellos.

Las razones del sentimiento popular

La democracia del voto, no funciona. Esa es la conclusión a la que han llegado los americanos (incluso en Estados Unidos y Canadá). No es democrático el voto que debe elegir entre quienes derrochan recursos en campañas electorales. No es democracia, si el padrón electoral “depura legalmente” un 20% del electorado, a título de que no votaron la vez anterior. Pero, sobre todo, no hay democracia si se pisotean derechos fundamentales de la persona: derecho al trabajo, derecho a la salud, derecho a la educación, derecha a la vivienda e, incluso, derecho a la vida. ¿De qué democracia hablamos, cuando más del 70% de la población vive en la miseria que provocan los modelos impuestos por esos mandatarios que elegimos cada cuatro o cinco años?

La democracia debe ser el ejercicio de un gobierno que atienda las urgentes necesidades del pueblo. A esa conclusión han llegado los sectores sociales, aunque en algunos casos todavía caen en el embeleso de algún demagogo. Superando obstáculos, construyen su propio camino y entierran definitivamente a los partidos tradicionales, aquí en Bolivia, y en otras latitudes.

Así lo hicieron aquí, en diciembre pasado, y lo confirmaron hace apenas diez días. Es decir, instalan un gobierno que realmente los representa y que, en estos seis meses, ha tomado medidas radicales en niveles económicos y sociales. No es suficiente; la Asamblea Constituyente que se instalará en agosto siguiente, debe orientarse en el mismo sentido. Por tanto, una mayoría indiscutible tendrá en sus manos la conducción de la asamblea y discutirá los consensos necesarios con las minorías.

Existe el riesgo de que éstas, pretendan rechazar las fuertes medidas de transformación que exige la refundación de Bolivia, usando su capacidad de “veto”. La movilización del pueblo en las calles apoyará a esa mayoría que es la real representación popular.

¡Cuidado con los tropiezos!

Que la derecha cumplirá su papel depredador, nadie lo duda; sería sospechoso que no lo hiciese. Hay que estar preparados para enfrentarlos. Han sido duramente golpeados, pero aún pueden reorganizarse y dar su última batalla.

Pero son más peligrosas las debilidades internas que pueden hacernos correr riesgos mayores. Hemos vivido veinte años bajo el modelo neoliberal y 180 en una estructura capitalista de dominación externa. Nos cuesta mucho superar los dogmas y mitos creados por el sistema. Y caemos en contradicciones constantemente. Trabajamos para construir nuestra soberanía, pero seguimos capturados por las instituciones internacionales y las potencias mundiales. Necesitamos desarrollar nuestra economía y no sabemos aún zafarnos de las importaciones, sobre todo, ilegales. Urge un plan de dotación de tierras, pero nos obstaculizan las mismas organizaciones indígenas y campesinas, en sus menudas luchas impulsadas por la derecha. Los sindicatos también responden a la misma lógica egoísta, en la que se han desvalorizado los dos decenios pasados, y no estamos trabajando para salir de ese círculo vicioso.

De resultas de estas y otras contradicciones, el Plan de Desarrollo Nacional nos deja sabor a poco. Austeridad, honestidad y servicio, son esenciales, pero insuficientes para cambiar la estructura. Los principios del neoliberalismo no se han tocado aún. Somos conscientes de que debemos caminar lento, pero seguro. Correcto, pero cavando y socavando los cimientos del modelo globalizador.

Otras son nuestras fortalezas

Pero si aquel es el riesgo, es inobjetable la fuerza con que se lleva adelante el cambio. Parece increíble, pero el Instituto Nacional de Estadística informa que, en los cinco primeros meses de este año, las exportaciones alcanzaron más de 1.500 millones de dólares. Esto significa casi 500 millones más que en el mismo periodo del año pasado. Un dato importante: los incrementos provienen de la minería (99,1) y de hidrocarburos (59,4). En otros términos: los cambios que implementa el gobierno, abren mejores posibilidades a la exportación.

En cuanto a la imagen internacional –otro de los temas recurrentes de la derecha-, Bolivia es objeto de atención, ya no por golpes militares o tráfico de drogas, sino por los avances que están ocurriendo.

Por encima de esto, el tema central en el que se trabaja arduamente es la apertura del empleo. Miles de bolivianos fueron expulsados del país, dado que el modelo neoliberal los desempleó. En busca de supervivencia, salieron a países vecinos e incluso a Europa, donde sufren explotación y discriminación. Incitarlos a volver sólo es posible mediante la generación de empleo. El plan de desarrollo ofrece una media de 900 mil empleos por año. Aún si se lograse la mitad, se está avanzando por buen camino.

Esta es la fuerza que no podrá vencer la derecha anclada en el modelo neoliberal, masticando sus grandes y pequeños resentimientos.