FERNANDO HENRIQUE CARDOSO
El ex presidente de Brasil señala que en nuestra región hay dos tendencias marcadas que no le están haciendo bien. Afirma que algunos países están abusando de la retórica.
Por Bruno Rivas
-ELCOMERCIO DE LIMA, SERVICIOS DE GOOGLE-
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Fernando Henrique Cardoso es un hombre carismático. Y, además, como todo buen hombre político, el dos veces presidente de Brasil sabe jugar muy bien con las imágenes. Confiesa que no está acostumbrado a sucesos como el temblor que el viernes sacudió Lima y entonces aprovecha para usarlo como ejemplo de lo que puede causar la globalización a la región. "La globalización es como un terremoto, que nos llega sin avisar y cuando lo tenemos encima, no sabemos qué hacer", señaló durante la conferencia que lo trajo a Lima. Además, es un hombre optimista.
Este personaje amable, que es uno de los políticos más influyentes de América Latina, considera que se están dando avances en la región que permiten pensar en un futuro mejor. Tampoco es reacio a hacer bromas. Sin pestañear señala que no sabe qué significa el cargo que desempeña en la Universidad de Massachusetts (EE.UU.) y se gana las risas y el aplauso del público.
Cardoso estuvo en nuestro país como expositor en el seminario internacional: Economías Emergentes y el Crecimiento de las Empresas en el Nuevo Panorama Mundial, organizado por motivo del lanzamiento de GS1 Perú (la oficina ubicada en nuestro país de la Organización Mundial sin fines de lucro GS1 International), antes EAN Perú.
Así, en frente de los más importantes empresarios del Perú expuso sus impresiones sobre lo que necesita la región para poder despegar. "Buscar ejes de convergencia de intereses que unan a los países de la región", aconseja el sociólogo.
También explicó la importancia de cumplir con una política económica duradera que permita que los inversionistas pongan a los países de la región en el mapa. Lo dice sin un atisbo de duda y recibe los asentimientos de los empresarios, a los que considera los nuevos políticos globales. Es así que aplaude a países como Chile y Brasil, en donde se han dado avances en el respeto a las reglas y por eso considera que se puede ser optimista.
La visita del ex presidente brasileño fue bastante corta; sin embargo, El Comercio logró tener un espacio en su apretada agenda y conocer sus opiniones autorizadas sobre la situación actual de América Latina.
Usted se mostró durante su exposición bastante optimista sobre el futuro de la región. Sin embargo, este año la región no dio una buena impresión durante la cumbre entre América Latina y la Unión Europea al dedicarse durante la cita a discutir sobre sus problemas en vez de negociar con el Viejo Continente. ¿Se puede ser optimista cuando damos esa imagen a las otras regiones?
Mi optimismo está asentando en las transformaciones que ocurrieron en algunos países de América Latina. A pesar de las dificultades, esas naciones han logrado reorganizarse de modo tal que ahora pueden avanzar en la economía internacional y cité algunos ejemplos (N.R. Chile y Brasil). No se puede hablar de la región en su conjunto porque es variable. Unos países van en una dirección, otros en otra, unos logran más, otros logran menos. A mí no me gustan los promedios que no explican nada.
¿No nos está yendo bien como bloque?
En lo concerniente a los tratados comerciales, que es un aspecto bastante importante para asegurar la expansión internacional, no hemos avanzado. Al contrario, hemos perdido algunos puntos. En la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) hubo una cierta convergencia, pero no se llegó a un acuerdo. Con la Unión Europea tampoco. Es un problema que hay que reconocerlo. Sin embargo, también hay que señalar que hay países como Chile y México que avanzaron por cuenta propia y consiguieron más acuerdos comerciales que bloques como el Mercosur.
¿Observando los diferentes roces entre los gobiernos de nuestra región, coincide con los que indica que América del Sur está dividida en dos bloques?
Eso me parece que no es positivo, a mediano y largo plazo. Creo que hay que hacer un esfuerzo para allanar diferencias y buscar retornar a la gran convergencia que existía antes. Yo no creo que en política internacional la retórica ayude mucho y algunos países han abusado de ella. Se debe llegar a cosas más concretas.
¿Se refiere a los países que siguen al presidente venezolano, Hugo Chávez?¿Se puede dividir entonces a la región en los países que siguen a Chávez y los que buscan tener un acercamiento con Estados Unidos ?
No, yo no creo que sea esa la cuestión. Chávez es seguramente un punto de referencia para algunos sectores como Bolivia y ha tenido cierta influencia en algunas elecciones, pero no ha ganado ninguna. Sin embargo, el punto focal no debe ser EE.UU.; ya que no podemos decir que hay países que se quieren acercar a Washington y otros que no. Más cierto me parece que hay países que están más dispuestos a la integración global y otros que están más replegados. No creo que los países no retóricos tengan como contrapeso su atención al país del norte.
¿Cuánta es la influencia de Chávez?¿Se le puede considerar el líder de América Latina después de afirmaciones como la de la revista "The Economist" que lo calificó de la voz que más se escucha en la región?
Yo creo que un continente no tiene líderes y los que se propongan serlo están equivocados. Puede haber un vocero de una tendencia, pero como hay más de una, existe más de un vocero. Puede haber cierta influencia, pero no un liderazgo. Un ejemplo es lo sucedido en el Consejo de Seguridad donde Venezuela no logró un lugar. Chávez tiene influencia, pero hay otros que también la tienen. Para mí el mundo debe ser plural y es importante que hayan ciertos países que busquen mantener el equilibrio pero sin la intención de comandarlo todo. Tampoco creo en el enfrentamiento entre bloques .
¿Entonces, ve a Chávez más como influencia desestabilizadora que como de equilibrio?
Él tiene una visión más antiglobalizadora y antiamericana. Considero que decir que Chávez es un elemento desestabilizador es decir que es líder de la región. Yo no comparto ese término.
Bueno, pero pese a que usted dice que no es líder, ha apoyado a candidatos que han perdido por muy poco las elecciones y tiene cierta popularidad en países como Argentina en donde se han realizado sondeos en los que los ciudadanos lo elegirían como presidente si pudieran...
Bueno, eso sucede cuando alguien simboliza la negación de todo lo que está ahí. Porque hay mucha gente insatisfecha, existe mucha pobreza, es un apoyo que se comprende. Pero ese apoyo no necesariamente se transforma en control político. Sin embargo, es una señal de que hay un malestar en la región. Un malestar que es aprovechado por un líder con capacidad dramática para entusiasmar a la región.
Ese malestar se ve reflejado en las recientes elecciones. Por ejemplo, en la primera vuelta de su país se hizo evidente al votar las regiones pobres por Lula y los estados ricos por su partido...
No es cierto decir que los pobres votaron por Lula y los ricos por Alckmin. Hay sectores del país donde el Gobierno tiene más influencia y sectores donde no. En el sureste los ricos y los pobres votaron por Lula y en otros sectores, donde hay menos dependencia del Estado, ricos y pobres lo hicieron por el candidato socialdemócrata. Decir que solo los ricos votaron por Alckmin es afirmar que hay un 40% de ricos en Brasil. Es un contrasentido, Lula habló de ricos y pobres porque le conviene, pero no se dio así la votación.
Usted en una entrevista con Andrés Oppenheimer le puso un siete u ocho de calificativo a la gestión de Lula. ¿Por qué no apoyar a un candidato que está gobernando tan bien?
Esa entrevista se realizó hace tiempo. Nosotros nos referimos a la política económica y a los problemas sociales que son básicamente los que yo había empezado durante mi gobierno. La diferencia fundamental de mi partido con Lula es otra: la democracia y los valores republicanos. Hubo una extensiva explotación de los puestos públicos por el Partido de los Trabajadores. Además, hubo una búsqueda de alianza con los sectores más atrasados a través de actos de corrupción. Tercero, muchos escándalos que han involucrado al partido de Lula. Esa es la principal crítica.
¿Se ha transformado Brasil en el país de la región que marca la pauta de continuidad económica que usted, Oppenheimer y los empresarios peruanos exigen?
No, porque Chile también. Tiene una continuidad económica hace tiempo y con una definición política clara. Lo que sucede en Brasil es que se ha dado una continuidad a despecho de los conflictos políticos, pero que es negada por quien la hace. La campaña de Lula critica temas de mi gobierno, pero no reconoce que sigue mis lineamientos. Hay una disonancia cognitiva, dice una cosa pero hace otra.
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