Pésame. El presidente Rodríguez Zapatero recibe a familiares de la víctima Carlos Alonso Palate (derecha.).
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-DE LA CRONICA, MEXICO.-
Carlos Alonso Palate, emigrante ecuatoriano de 35 años, se convirtió ayer en la primera víctima mortal de la banda terrorista vasca ETA desde mayo de 2003, luego de que consiguieran dar con sus restos, bajo los escombros que cayeron sobre su coche, cuando estalló la bomba en un estacionamiento del aeropuerto de Madrid-Barajas, el 30 de diciembre.
Sus restos serán repatriados hoy a Ecuador, acompañados por sus familiares, que ayer recibieron la trágica noticia después de reunirse con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
El mandatario pasó una hora y media con Jaime Palate, hermano del fallecido, su tío carnal y dos primas, así como con los familiares de Diego Armando Estacio, de 19 años, cuyo cuerpo aún no ha sido localizado.
Rodríguez Zapatero les prometió que “quienes han cometido este atroz crimen responderán ante la justicia”.
El director general de Asistencia a las Víctimas del Terrorismo, José Manuel Rodríguez Uribe, dijo que el encuentro con la familia de Estacio fue “más difícil y más duro” porque se encuentra todavía desaparecido, mientras que la primera familia “ya está viviendo el duelo”.
Uribe teme que los restos de Estacio se hayan desintegrado, ya que su coche se encontraba muy cerca de donde se produjo la potente explosión.
Sobre la posibilidad de que los familiares de las dos víctimas obtengan la nacionalidad española, fuentes de la Presidencia apuntaron que “no van a tener el más mínimo problema ni para regresar a su país ni para volver a España”.
Apoyo mexicano. Todas las formaciones parlamentarias mexicanas expresaron ayer en el Congreso, a través de la Comisión Permanente, su “solidaridad con los familiares de las víctimas, con el Gobierno español y con el Reino de España en su lucha contra el terrorismo”.
Ahorraba para volver a Ecuador
Palate, soltero de 35 años, llevaba cinco trabajando en una fábrica de plásticos en Valencia y, pese a decir que se encontraba a gusto en esa ciudad mediterránea, con el dinero que ahorraba pensaba en regresar a su patria, Ecuador, donde le esperaban sus dos hermanos y su hermana, todos menores que él.
De su salario apartaba cada mes 300 dólares que enviaba a su madre, invidente, y a los familiares y amigos que le habían prestado dinero para pagarse el viaje a España.
La víctima había salido el viernes de Valencia con destino a Madrid, para acompañar a un amigo que acudía al aeropuerto de Barajas para recoger a su mujer, que había viajado hasta España para pasar el año nuevo con su marido.
Durmieron en un hostal en Madrid y el sábado por la mañana, temprano, los dos fueron al aeropuerto. El amigo salió a recoger a su esposa, pero Carlos Alonso tenía sueño y prefirió quedarse en el coche para echar una cabezadita.
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