sábado, septiembre 08, 2007

Álvaro Uribe en el Seminario Internacional ‘Biocombustibles: potencia de Colombia’

Servicios Google/Oficina de Prensa Gobierno de Colombia, Bogotá
El presidente Uribe, acompañado, entre otros, de los ministros de Agricultura, Andrés Felipe Arias; Ambiente y Vivienda, Juan Lozano, y Minas, Hernán Martínez, en el acto de inicio del seminario sobre biocombustibles.Foto: César Carrión Ayala - SP Lugar: Centro de convenciones - Cartagena
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"Quiero agradecer a mis compañeros de Gobierno, al Ministro Arias (de Agricultura) este gran esfuerzo, y a todo su equipo, por esta convocatoria que genera tanto entusiasmo sobre uno de los renglones de más futuro en el continente y en nuestra Patria. Uno de los renglones de mayor necesidad.

El mundo requiere rápidamente combustibles alternativos. Cuando se oye a los expertos en petróleo, algunos dicen que hay petróleo para 40 años, otros dicen que hay para más años pero que no se podrá utilizar sino máximo en los próximos 40 años.

Es un tiempo muy corto para buscarle al mundo una sustitución de combustibles. Por eso, la necesidad de adelantar estos esfuerzos y pasar de la teoría a la acción.

Al escuchar a mis diferentes compañeros de Gobierno, al Ministro Hernán Martinez, al Ministro Arias, al Ministro Juan Lozano, a la señora Directora de Planeación, Carolina Rentería; escuchar a la señora Presidente del Congreso, se han agotado unas materias bien importantes.

Déjenme referir a algunos temas que considero de vital importancia, como el modelo colombiano, los objetivos de nuestro Gobierno, el tema de tierras, el tema de mercados, el tema de precios y el tema de recurso humano para los biocombustibles.

Nosotros estamos trabajando un modelo de profundización democrática. Nos parece mucho más importante que persistir en la obsoleta teoría de dividir a América Latina entre gobiernos de derecha y gobiernos de izquierda.

División obsoleta. Tenía alguna razón de ser cuando en América Latina movimientos insurgentes enfrentaban las dictaduras. Movimientos que habían traído de Europa las tesis de izquierda que enfrentaron el fachismo.

Ahora que todo el mundo gira alrededor de la regla democrática parece bastante obsoleta esa división perturbadora, que puede ser, de la unidad Latinoamericana. Y además impráctica.

Hay más diferencia por razones electorales en los discursos de campaña que en las acciones de Gobierno.

Una periodista internacional me preguntaba que cómo mal me podría sentir yo y Colombia al tener este país un Presidente, según ella, de derecha, en una América Latina de izquierda.

Le decía yo: ‘¿Y por qué usted dice que yo soy de derecha?’, y enmudecía. ‘Pero dígame algo’. ‘Ah no, el afán por la seguridad’.
Dije: ‘¿Puede vivir, usted es de izquierda, puede vivir usted sin seguridad? ¿Puede prosperar algún proyecto político y económico sin seguridad?’. Y enmudeció.

Le digo: ‘Cuénteme un gobierno de América Latina de izquierda’. Me dijo: ‘tal Gobierno’. Y le dije: ‘A la hora de la verdad es más de izquierda el nuestro. Por el respeto a la independencia entre las diferentes instituciones y a la participación de la opinión pública, que fue lo que finalmente caracterizó el Estado de Leyes, por oposición a los modelos absolutistas’.

Le dije ‘déme otro ejemplo’. ‘No, pues el Gobierno del presidente Lula’. Le dije: ‘Dígame, ¿por qué usted lo cataloga de izquierda después de cinco años de prácticas y al mío de derecha?’. Enmudeció.

La verdad es que hay unos fenómenos más emotivos que reales. Lo real, a mi juicio, es trabajar en esta América Latina por la profundización democrática.

Que requiere cinco elementos: la seguridad. Piensen en este tema en Colombia. Todos los aquí presentes están pensando en una gran posibilidad del mundo que es la posibilidad de los biocombustibles.

Sin seguridad, el campo colombiano se vuelve a perder y todavía no lo hemos recuperado todo.

El respeto a las libertades; la construcción de cohesión social; la transparencia como factor de generación de confianza y el respeto a la independencia relativa de las diferentes instituciones que componen el Estado con el imperativo de la colaboración armónica, entre ellas, para obtener los bienes superiores de la Nación.

Y ahí entra una pregunta: ¿Qué papel se le asigna al Estado y qué papel se le asigna al sector privado? América Latina estuvo primero en algunas décadas en el desmantelamiento del Estado y el péndulo se movía muy rápidamente. Y ahora parecería creciente una tesis de estatismo que desprecia el aporte del sector privado.

Nosotros no estamos ni en los uno ni en lo otro. Reformamos el Estado pero no lo desmantelamos. Hemos reformado 419 entidades del Estado en busca de tener un Estado más comprometido con la comunidad. Un Estado que se libere de la politiquería y de los excesos sindicales. Un Estado que en lugar de destruir valor, cree valor. Un Estado que apoye al ciudadano, que sea garante de la responsabilidad social.

Reformar el Estado no es fácil. Y eso tendrá que pensarlo Colombia cuando vayamos a seleccionar el Presidente de la República del 2010.

Derrotar los viejos poderes ideológicos que han apropiado amplio sector del Estado colombiano y que lo han detenido exige enfrentarse a la controversia, enfrentarse al desgaste.

El país necesita pensar en que no se puede buscar el futuro con proyectos débiles de cosmética, que quieren congraciarse con los unos y con los otros y producir olas emotivas que se conviertan en victorias electorales.

Y tampoco estamos en el estatismo. Para nada sirvió el estatismo en América Latina. Recordemos la revolución estatista brasilera del 32 hasta los 60. Finalmente terminó con más pobreza y con más desigualdad.

Recordemos la revolución estatista boliviana de los 50, la revolución estatista de Velasco en el Perú. Para la nueva época que se quiere perfilar de estatismo en América Latina es muy importante tener en cuenta los peregrinos y negativos balances de los anteriores modelos estatistas.

Nosotros le asignamos todo el espacio al sector privado, le damos todo el apoyo a la inversión privada y el papel del Estado es garantizar la responsabilidad social. Responsabilidad social que se traduzca en tres áreas: Primero, en la transparencia en las relaciones entre los inversionistas y el Estado; transparencia para adjudicar contratos, para resolver disputas; transparencia para la tributación.

Segundo, la responsabilidad de los inversionistas con las comunidades. No puede ser que prosperen empresas al lado de comunidades que empobrecen.

Tercero, las relaciones laborales. Hay que volver a hablar de ellas, porque pensábamos que el tema estaba resuelto en América Latina y no está resuelto.

Temo que en algunas partes quiera repetirse el ciclo y que ahora esté de nuevo estimulando el odio de clases, que fue la reacción a los excesos capitalistas. Para nosotros es fundamental que no se imponga ni lo uno ni lo otro. Que las relaciones laborales se dirijan por el concepto cristiano de fraternidad.

A propósito, una de las grandes ventajas que Colombia tiene hoy es su sistema laboral. Diría yo que es un buen equilibrio entre la necesaria dosis de flexibilidad que requieren los empleadores y la necesaria garantía de estabilidad que requieren los trabajadores.

Se han introducido unas reformas bien importantes, como la de 1990, que sustituyó la retroactividad de las cesantías por la liquidación anual y el ahorro en los Fondos de Cesantías.

Se le dio certeza a las proyecciones empresariales y realismo y seguridad a los ahorros de los trabajadores.

La Reforma Laboral de 2002. Las reformas pensionales que tanto han contribuido a que este país, por vía de ese ahorro, logre ir construyendo la compensación a ese déficit actuarial y al desahorro que se presentó durante muchos años, en el sector público y en el sector privado.

Cuando pienso en Colombia para invertir, el equilibrio laboral logrado en materia de Legislación tiene que comportarse como un gran atractivo para este país.

Nosotros estamos trabajando tres objetivos de Gobierno: Consolidar la seguridad, consolidar la confianza inversionista y cumplir las metas sociales.

‘Cuidado, en el 2010’, les diré a mis compatriotas a lo largo de estos 35 meses. La política habla con gran facilidad de lo social, pero les gusta hablar más de la permisividad con los violentos, que de la mano fuerte de la seguridad. Y hay mucho temor a comprometerse con decisiones que creen confianza inversionista.

La seguridad y la confianza inversionista, la política tradicional de Colombia, en alguna forma, las consideraban como actitudes de derecha, de poco arraigo popular que quitaban en lugar de agregar.

Es bien importante tener en cuenta eso en el presente y en el futuro. Uno tiene que escoger escenarios. Nosotros hemos escogido uno: preferimos controvertir con tal de avanzar en el proceso de darles seguridad a los colombianos, que el otro escenario, el facilista de dejar de controvertir, así al país lo incendie el terrorismo.

Yo creo que es necesario tomar esas decisiones. Claro que nosotros, receptivos, sensibles a los dolores de los familiares de los secuestrados, abrimos opciones para que se busquen acuerdos humanitarios que los liberen. Pero tenemos inamovibles: no podemos aceptar zonas de despeje ni tampoco aceptar que los guerrilleros salgan de la cárcel para volver a delinquir.

Alguien me decía en estos días: ‘Pero es que lo van a presionar mucho, Presidente, en lo que le falta’. Dije: ‘Sí, estoy preparado para afrontar el debate en todos los días y en todas las horas’. Pero un país que tuvo 40 años de despeje y que por eso de él se apropiaron guerrilleros y paramilitares, ahora lo que necesita es despejar esto de terroristas para darles toda la oportunidad a los colombianos y a la inversión extranjera de construir prosperidad.

Y como me amenazan y dicen: ‘apenas vaya terminando Uribe cambia el péndulo’. Ahí viene nuevamente la política de dialoguitos y la política de permisividad con los terroristas. Advertido de esa amenaza me declaro avisado. Y por eso, en estos 35 meses trabajaré con toda intensidad para que el Gobierno no pierda un minuto y para que el país haga una buena escogencia en el 2010, para que no le entreguemos esto a los facilistas que coquetean con el terrorismo.

Hay que tener muy en cuenta el tema de la seguridad y la confianza inversionista. La política produce de todo. Produce candidatos espectáculo que en los cócteles y en las reuniones privadas seducen al sector privado, y después, en las acciones de Gobierno, no tienen el coraje para tomar las decisiones que se requieren para sacar adelante el sector privado.

Ahora, nosotros entendemos la seguridad democrática como un valor democrático y una fuente de recursos; como una fuente de inversión. Y ambas, la seguridad y la inversión, como unos presupuestos para metas sociales en las cuales estamos profundamente comprometidos. A primera hora, hoy, en Cartagena, asistimos a un gran foro internacional de microcrédito, donde Colombia empieza a tener un gran liderazgo con el sistema de Banca de Oportunidades.

La política social es una política que hay que concretarla en resultados más allá de los discursos. Cuidado con el 2010, porque la experiencia colombiana ha mostrado muy efectista discurso social en campañas electorales y muy pobres resultados a la hora del examen de las tareas de Gobierno.

Una política social no soportada en la seguridad, no soportada en la confianza inversionista, se convierte en una política de discurso demagógico, de profundización de miseria, de incremento de inequidad.

Nosotros creemos en una política social para irrigar y compartir prosperidad; para incluir a las grandes masas excluidas, como puede ayudar la política de biocombustible. Una política social que vaya incluyendo en un camino de prosperidad. No en una política social que al excluir el capital y vincular al terrorismo cree todas las condiciones para que no haya manera de financiar lo social.

En materia de confianza inversionista hemos venido trabajando: primero, nuestra seguridad al sector privado y su papel en Colombia. Segundo, la política de seguridad. Tercero, la salud fiscal de la Nación. Cuarto, los estímulos tributarios. Y cuando ya se va descendiendo sectorialmente, en este sector hay que hablar de tierras, de mercados, de precios, de recurso humano.

En política de salud fiscal de la Nación. Ayer, en una reunión con toda la jurisdicción contenciosa administrativa, me decía el Presidente del Consejo de Estado: ‘Presidente, sí, en su Gobierno ha habido un gran incremento presupuestal para la justicia, pero tenemos hoy menos participación en el PIB que hace 10 años’. Y eso nos ha pasado a todos.

La manera de corregir el alto déficit, el alto endeudamiento, ha sido lograr que crezca más la economía que el presupuesto de gastos del Estado. Teníamos un déficit del Gobierno Nacional central, que al sumarle la transferencia que hay que hacerle anualmente al Seguro Social, para cumplir con pensiones, estaba en el 7,3 de la economía. Terminó el año pasado con el 4 ó 4,2. Todavía está muy alto. Confiamos que este año quede alrededor del 3,5. Allí hay que continuar una tarea muy eficaz.

Hace cinco años, por cada 100 pesos que producíamos debíamos 48; hoy debemos 28. Y estamos en esa tarea de seguir reduciendo el endeudamiento.

Veo, y aquí hay un conjunto muy importante de gobernadores, que han mejorado sustancialmente los ingresos de las regiones colombianas. En este Gobierno, los ingresos de los municipios han crecido en un 34 por ciento; Bogotá, en un 40 por ciento real. Han tenido más holgura para cumplir sus planes de Gobierno. Y los ingresos de los departamentos han crecido en un 14 por ciento real.

Acabamos de afrontar un gran debate, desgastante para el Gobierno. El Congreso, con gran responsabilidad, aprobó el acto constitucional de Transferencias. Hacer manifestaciones públicas para pedir más dinero para las regiones no es difícil. Lo difícil es decir ‘no podemos’. Necesitamos un equilibrio entre la profundización de la descentralización y el cuidado vicioso para no quebrar la Nación. Ese fue el que se logró.

Con tan ilustres visitantes internacionales permítanme decir que este país acaba de dar una gran batalla, que la ganamos en el Congreso de la República por ese equilibrio, pero que este país es un país profundamente descentralizado.

Mientras en otros países de América Latina las regiones gastan el 30 por ciento del total del gasto del Estado, en Colombia las regiones gastan el 51 por ciento. Eso solo muestra el gran avance de la descentralización en Colombia. Y Ahí no se incluyen presupuestos que ejecutan las regiones, que son extraordinarios, que no son recurrentes año tras año.

Estamos haciendo en nueve ciudades colombianas, nueve sistemas de transporte masivo como el de Bogotá. La nación contribuye con el 70 por ciento y la ejecución es local. Como ocurre también en mucho programa de inversión en Colombia, que aumenta la descentralización.

La reforma de las 419 entidades del Estado le ha ahorrado al déficit de Colombia un punto del PIB. Y seguimos en esa tarea.

Hace cinco años, si ustedes me hubieran preguntado: ‘¿Van a hacer la reforma laboral y pensional de Ecopetrol?’ Yo les habría dicho: ‘intentaremos’. Se logró, con una conducción de mano firme del doctor Isaac Yanovich, aquí presente.

Si me hubieran preguntado: ‘¿Va a hacer la capitalización de Ecopetrol?’ Les habría dicho: ‘No soy capaz’. Veíamos unos radicalismos ideológicos, que por eso no podemos permitir que resurjan, y los saben esconder en piel de oveja. Por eso hay que ponerle mucho cuidado al 2010.

Unos radicalismos ideológicos que para nosotros anticipaban que esa reforma no se podía hacer. Hoy, con contento de las mayorías colombianas, ese proceso de capitalización se está dando en todos los rincones de la Patria y con una gran presencia de inversión de trabajadores, como lo vimos hace dos días cuando 5.000 trabajadores de Acerías Paz del Río, en Boyacá, con el apoyo de la empresa, tomaron la decisión de invertir en Ecopetrol. ¡Qué bueno eso, ojalá se dé!

Y entonces estas empresas empiezan a ser más del pueblo colombiano y menos de excesos sindicales, que es bien importante. Y a esas luchas se les temen. Por eso, hay que pensar en el 2010 y escoger colombianos con mano firme. No lo vaya a aflojar Ministro Arias.

Hemos trabajado el elemento tributario para estimular la inversión, muy difícil. El Congreso de la República recibió cualquier clase de presiones para que no se aprobarán los estímulos tributarios, frente a lo cual este país había sido bien renuente. Primero, el Congreso los aprobó transitoriamente y la mayoría fueron convertidos en estímulos permanentes en la Legislación de diciembre del año pasado. Un valeroso paso del Congreso de la República. Tenemos la nueva legislación de zonas francas; hay todavía una discusión sobre decreto. Yo leí juiciosamente una carta que me hizo llegar el doctor Bendeck Olivella, ex ministro, dirigente gremial de los biocombustibles.

Yo creo que en el decreto hay que hacer convergentes y no alternativos los requisitos de capital y empleo. Porque un esfuerzo tan grande como el de conceder una tarifa del 15 por ciento a actividades económicas tiene que traducirse en inversión y en empleo. El Ministro de Hacienda esta examinando el tema. Hoy se dice que puede ser cumplido el requisito con una inversión en capital o con una generación de empleo.

Nosotros creemos que esa alternatividad debe sustituirse por una suma, que hay que exigir el requisito de inversión y el requisito de empleo, razonablemente, con algo muy bueno: que en sectores como biocombustibles el requisito de empleo puede ser la suma de los empleos de la planta industrial, más los empleos de los cultivos agrícolas destinados a alimentar esa planta industrial.

El Congreso, valerosamente, aprobó la Ley que le permite al Gobierno firmar pactos de estabilidad con los inversionistas. Confiamos que este año terminemos con gran cantidad de pactos firmados. Esa es una protección a la inversión en el largo plazo y un motivo para confiar en invertir en Colombia.

No quiero referirme a estímulos tributarios específicos que han sido tratados esta mañana aquí en abundancia por los señores Ministros de Agricultura y de Minas y Energía. Permítanme hablar de tierras. Ya lo dijo el Ministro de Minas: este país tiene aproximadamente 4 millones y medio de hectáreas de agricultura comercial y 44 millones de hectáreas en pastos y sabanas, para una población ganadera de 26 millones de cabezas.

Nosotros podemos hacer todo el desarrollo de biocombustibles, primero, sin tumbar un milímetro cuadrado de selva. El 52 por ciento del territorio colombiano se preserva en selva. Aquí tenemos todavía 580 mil kilómetros en selva. Además, la nueva Ley del Medio Ambiente prohíbe que se sustituya el uso, que se tumbe la selva para darle otro uso al suelo.

Segundo, con esas 44 millones de hectáreas en pastos y sabanas podemos darle todo el crecimiento posible a los biocombustibles, sin afectar las áreas de seguridad alimentaria.

El temor en el debate internacional ha sido el impacto ambiental y el impacto en la seguridad alimentaria. Mientras en otros países, para producir biocombustibles tienen que reducir oferta de alimentos de origen agropecuario, nosotros podemos crecer ampliamente la producción de biocombustibles y, simultáneamente, crecer la oferta alimentaria.

Colombia, en la clasificación inicial de la FAO, aparecía con 700 mil hectáreas 1-A. Y si se comparaban con las de Canadá, los Estados Unidos, o con las 30 millones de hectáreas de gran fertilidad de Argentina, pues aparecíamos con 700 mil hectáreas en un nivel bajo.

Pero ha cambiado mucho la visión sobre los suelos. Hoy cobra mucho peso la lluviosidad, en el volumen total y en la manera como se presenta a lo largo de todo el año. El recurso hídrico, las horas de luz, los climas... En la caña de azúcar ese cambio que se exige entre una alta temperatura al medio día y una baja temperatura en la media noche.

Si ustedes miran los Llanos Orientales de Colombia, este país cuando lo dividimos de sur a norte, me quedan, en el este 600 mil kilómetros, allí hay 350 mil de selva y 250 mil de sabana. Una enorme riqueza en ríos. En ese piedemonte llanero, me corregirá el Gobernador del Meta, caen 2.400 ó 2.600 milímetros de agua por año, bien repartidos.

Cuando observa bien el Llano encuentra que no es de sequías pronunciadas. Lo que pasa es que hay que hacerle mejoramientos al suelo, para que sea más resistente a las sequías.

Mejorar suelos en Colombia no es difícil. Tenemos, por ejemplo, toda esa región del este de la Patria, es una región plana sin roca en la superficie del suelo. El país debe tener grandes fuentes de fósforo, no debidamente localizadas ni aún explotadas. Hay un gran crecimiento de agroindustrias que tienen un gran valor como fertilizantes.

Cuando ustedes miran el norte de mi departamento, donde están los municipios de San Pedro, Entrerríos, Santa Rosa, Yarumal, San José de la Montaña y otros, con una altura promedio de 2.650 metros sobre el nivel del mar, encuentran lo siguiente: hace 40 años era un suelo despreciable; producía, decían los campesinos, dos cosechas de maleza al año: una de helecho y otra de una malecita muy difícil de manejar allá, arbustiva, que se llama mortiño.

Con una cooperativa de leche, el campesinado emigraba a crecer los cinturones de miseria de Medellín, con una cooperativa de leche empezaron a retener el campesinado, a fomentar la porcicultura, a utilizar la porcicultura para abonar. Y hoy toda esa tierra es un oasis. Creo que allí está establecida la primera o la segunda producción de leche de este país, que sumando la leche pasterizada y la cruda, debe producir alrededor de 14 millones de litros diarios. No, diarios, diarios Arias. No vaya a dejar que lo cojan con una de esas en el 2010 o adelante.

Yo veo en los Llanos Orientales hoy unos proyectos magníficos de recuperación de suelos. Tal vez la parte más difícil es la altillanura; y allí hay unas inversiones bien importantes en la industria avícola. Se anuncian unas inversiones bien importantes de la industria porcícola, en el proceso de hacer allí desarrollos encadenados. Se anuncia un gran crecimiento del área para combinar cultivos de soya, que exigen nitrógeno, y cultivos de maíz, teniendo allí las mismas fábricas de concentrados y parte del consumo, a través de la instalación de las porcícolas, y de la instalación de la industria avícola, que a su vez serán las fuentes del abono, de la fertilización.

Nosotros vemos grandes posibilidades en este país, a través de la integración en cadena de todas estas actividades, de fertilizar y mejorar nuestros suelos con fertilizantes naturales, con fertilizantes como la porquinaza o la gallinaza. Todo eso va cambiando la visión de suelos. Todo eso le muestra a uno una Colombia mucho más promisoria, que la que podría advertirse de la clasificación de hace 50 años de la FAO, donde solo nos aparecían 700 mil hectáreas de suelo 1-A.

Preguntan muchos inversionistas, y los propietarios: la recuperación de la paz, en lo que vamos ganando, pero no hemos ganado todavía. Ustedes, que vienen casi todos del sector agropecuario saben de malezas nobles e innobles. Más brava maleza que el terrorismo no hay. Pero por eso se necesita toda la fortaleza hasta que la erradiquemos. Y en eso no se puede aflojar un solo minuto.

Con la recuperación de la paz, que va en proceso, ha resurgido un gran apego del pueblo colombiano por la tierra. Y yo creo que se ha venido marchitando un fenómeno, que es la participación de la economía en el narcotráfico. Ustedes miran esta gran cantidad de hoteles, de edificios que se están construyendo en Cartagena. Y preguntan: ‘¿Qué origen tienen?’. Que ha sido una pregunta muy pertinente para Colombia por los daños que aquí hizo el narcotráfico. Todos son hoy financiados por dinero honesto. El país está construyendo hoy 5 mil habitaciones hoteleras, industria turística que tiene grandes incentivos tributarios. Todo financiado con dinero honesto.

Yo visito permanentemente las regiones agropecuarias y me dice la gente: ‘se ha paralizado la compra de tierras por el narcotráfico’. El país ha avanzado muchísimo en extinción de dominio y creo que podemos mejorar resultados con los procesos que se están adelantando. Tenemos una de las legislaciones más severas del mundo, para extinguir el dominio sobre la propiedad ilícitamente adquirida.

Ha resurgido el apego de la gente honesta colombiana por la tierra y ha aumentado el precio. Peor este país es un país que tiene un gran sentido de asociatividad. Porque, me dicen muchos empresarios. ‘yo sí quiero, yo quiero sembrar 50 mil hectáreas de caña, para producir etanol en Colombia. Pero, ¿cómo compro la tierra? Nadie me la vende’.

Alguien me preguntaba en esto días por el Valle del Cauca y decía: ‘Mi Dios nos lo echo muy bueno, pero chiquito’. Allá hay 200 mil hectáreas de caña. ¿Cuántas hay doctor Luis Fernando, doctor Adolfo? 200 mil en el Valle del Cauca, tierra 1-A y no hay posibilidades de expandir eso. Yo creo que todo lo sembrable en caña ya está sembrado.

Yo tengo mucha fe en un trabajo que está haciendo el Ministerio de Agricultura: el censo de propietarios de tierra, dispuestos a llegar a acuerdos con inversionistas en biocombustible.

Hasta hace poco el Ministro me dijo que ya tenían 250 mil hectáreas sentadas. Yo no sé si aquí está el doctor Carlos Murgas, que es uno de los dirigentes palmeros más importantes. Allí está el presidente del gremio.

Allí se ha hecho un experimento formidable, algunos de ustedes lo van a ver mañana, aquí cerca de Cartagena en María la Baja. Es la integración del inversionista de vanguardia con el campesinado. Los campesinos ahí son dueños de la tierra, se integran con el doctor Carlos Murga, quien les provee semilla, asistencia técnica, les ayuda en gestión de recurso financiero, les ayuda para instalar la planta extractora, les garantiza el mercado final.

La asociatividad en Colombia tiene todas las posibilidades legales y en la mentalidad del pueblo colombiano. Yo creo que todo inversionista que quiera establecerse en Colombia, todo inversionista nacional que quiera desarrollar biocombustibles, en el momento que encuentre barrera en compra de tierras tiene la gran opción que es buscar estos modelos asociativos con los dueños de la tierra.

Mercado. Al escuchar ustedes al ministro Hernán Martinez dirán: ‘bueno, pero hay una preocupación de mercado’, porque los proyectos que hay en Colombia en poco tiempo van a copar el mercado nacional de Colombia.

Yo soy más optimista en dos aspectos: pienso que este país va a tener que ser más agresivo en materia de aumentar las mezclas y pienso que si logramos una confianza inversionista, que como lo decía la Directora de Planeación, nos ponga en una inversión como porcentaje del producto no inferior al 26 por ciento, aquí va a haber más mercado local.

Los decretos que se han producido exigen subir las mezclas en el año 2010 y 2012, al final de los cuales deberemos quedar en 20 por ciento en ambos. Pero los experimentos se está haciendo en Bogotá, 2.800 metros sobre el nivel del mar, con un alto porcentaje de mezcla de diesel biológico al diesel fósil, de los buses de Transmilenio, el transporte masivo. La gente que los está practicando dice que van bien, si van bien uno tendría la ilusión de que cuando termine el kilometraje de la prueba y se destapen esos motores no se les vea afectación.

Además estamos produciendo la normatividad para exigir en Colombia que a partir de determinado año todos los motores que se importen en el país sean flexibles. ¿Cuál fue la fecha que se definió ministro Hernán, en esto? También 2012.

Yo creo mucho en la posibilidad de expansión del mercado interno y estamos buscando todos los mercados externos posibles. Este es un país muy bien localizado geográficamente. En este Gobierno se ha hecho el acuerdo Comunidad Andina – Mercosur; se ha hecho el acuerdo bilateral de comercio con Chile, sin restricciones; se está profundizando el acuerdo con Perú para ir más allá de la Comunidad Andina en materia de inversión; acabamos de firmar nuestro acuerdo con Guatemala, Honduras y El Salvador. Aspiramos que lo podamos hacer con los otros hermanos centroamericanos.

Hemos iniciado negociaciones con Canadá; estamos negociando con la Unión Europea; aspiramos tener los convenios de protección recíproca de inversiones con China y con India y, además, confiamos que finalmente el Congreso de los Estados Unidos, en un acto de sensatez, apruebe el TLC con Colombia.

Han aducido algunos congresistas el paramilitarismo. Yo les contesto: ‘Y lo aducen ahora que lo estamos acabando. Por qué no lo adujeron en el pasado cuando le negaron el apoyo a Colombia’. Aducen que en este país no están protegidos los líderes sindicales. Y lo dicen ahora que los estamos protegiendo, no lo dijeron cuando los mataban aquí.

Cuando nuestro Gobierno empezó en Colombia había 60 mil terroristas. Hemos desmovilizado 45 mil. Imagínense ustedes una pequeña ciudad de 45 mil habitantes, todos desmovilizados. Tenemos un proceso de reinserción para los 45 mil, costoso y difícil. Pero creo que el mundo debe tener confianza en ese proceso, porque ahí lo vamos llevando bien en medio de las dificultades.

Hemos tenido una reincidencia del 5 por ciento, que es baja, en los comportamientos internacionales. Pero tenemos toda la severidad frente a los reincidentes; de los reincidentes hemos llevado a la cárcel más de mil y las fuerzas institucionales ha dado de baja a cerca de 500.

Se han desmovilizado 33 mil paramilitares y 12 mil guerrilleros. Un proceso que no se ha llamado de paz con la guerrilla. En los procesos de paz con la guerrilla no se desmovilizaron 5 mil. Se desmovilizaron 900 del M19, 2 mil del EPL, unos pocos de la Corriente de Renovación Socialista, unos pocos del Quintín Lame.

En el Gobierno nuestro, sin hablar de procesos de paz con ellos, a partir de la firmeza contra la violencia y de la generosidad frente a la rectificación, hemos desmovilizado 12 mil guerrilleros. Que los estamos atendiendo bien en el Programa de Reinserción, programa muy difícil.

El paramilitarismo. Los desmovilizados que cumplen, el Gobierno les cumplirá con la Ley de Justicia y Paz que aprobó el Congreso. La acción es severa frente a quienes persistan en actividades delictivas. Hoy hay guerrilla y bandas criminales de narcotráfico, pero no hay paramilitares.

¿De dónde surgió la palabra paramilitar? Fue el nombre que se le dio a organizaciones privadas criminales, que se formaron como reacción contra la guerrilla, para combatir a la guerrilla. Hoy en Colombia las únicas fuerzas que están combatiendo a la guerrilla son las fuerzas institucionales del Estado. En ninguna parte del país hay organizaciones privadas criminales combatiendo a la guerrilla.

Esto es bien importante recalcarlo una y otra vez, frente a los compatriotas, frente a la comunidad internacional.

Los trabajadores. Cuando nuestro Gobierno empezó asesinaban 256 líderes sindicales al año. Este año han asesinado 6. En ningún caso por relaciones con su actividad sindical, nos ha dicho la justicia hasta ahora. Hay que tener en cuenta que en un país como Colombia, de 42 millones de habitantes, cuando nosotros llegamos asesinaban 35 mil personas. El año pasado todavía mucho, 17 mil. Vamos a ver si este año logramos otro descenso.

Y los trabajadores sindicalizados más los maestros son un millón 250 mil. Es que en este país el asesinato ha golpeado muy severamente a todo el mundo. Se critica que esos asesinatos de trabajadores han quedado en la impunidad. El Congreso y el Gobierno han hecho un gran esfuerzo; se hizo una reforma constitucional que introduce el Sistema Penal Acusatorio, la oralidad; se actualizaron los códigos; se está haciendo un gran esfuerzo presupuestal.

Anoche, en la reunión con la Jurisdicción Contenciosa veíamos que el crecimiento del presupuesto para apoyar la justicia en este Gobierno ha sido del 45 por ciento, en términos reales. La Fiscalía valía 600 mil millones, el año entrante valdrá millón 100. La rama judicial ordinaria valía 650 mil millones, el año entrante valdrá billón 300. Solamente el año pasado tuvimos que agregarle, por encima de la evolución normal de gastos de la Fiscalía, 80 millones de dólares para cumplir con el Sistema Penal Acusatorio. Y ahora, para que integre a otros 256 fiscales y más de mil investigadores, le debemos entregar una suma adicional anual de 85 mil millones y se repite año tras año.

Yo voy a repetir estas cifras en toda reunión con la comunidad internacional y con ustedes, compatriotas, porque el mundo tiene que saber el enorme esfuerzo que aquí se viene haciendo en medio de limitaciones fiscales para apoyar la justicia.

Anoche lo reconocía la Jurisdicción Contenciosa. Claro que pedían más, es su deber, pero reconocían los esfuerzos que se han hecho.

Este año ya han sido condenadas más de 100 personas como responsables de asesinatos de líderes sindicales. Estamos en una gran lucha para superar la impunidad. Y nos reclaman: ¿y la protección? Colombia tiene hoy 6.000 personas con protección individual. De esas 6.000 personas casi 1.500 son líderes sindicales. Eso le cuesta al Presupuesto de la Nación 40 millones de dólares al año, esa protección individual.

¿Quién asesina a los trabajadores? Hay que decirle claramente al mundo: no son los empresarios. Ese cuentico de la tertulia internacional, todavía marxista, o de la social bacanería internacional, de decir que en Colombia son los empresarios los que matan a los trabajadores, eso lo tenemos que derrotar.

Aquí ha habido una empresa privada con una regla de gran transparencia y de ética. Yo he celebrado mucho las recientes sentencias sobre el caso Drummond, en la cual por unanimidad los jurados absolvieron a la empresa.

Tampoco han sido los trabajadores los que han secuestrado a los empresarios. Nosotros hemos querido reconocerlo todo para contribuir a crear armonía. ¿Quién asesinó a los trabajadores? Lo dice alguien como yo, quien vivió la universidad pública.

La Revolución Comunista veía en América del Sur dos objetivos: Bolivia y Colombia. Casi 600 mil kilómetros de selva en Colombia era un gran atractivo para que triunfara. Las guerrillas partidistas que se desvanecieron en los años 50 no todas se reincorporaron, buena parte de ellas se transformaron en guerrillas marxistas. El país había perdido la noción de seguridad, por un complejo de debilidad que se heredo de la tragedia de la Guerra de los Mil Días.

Demoramos 80 años para recuperar el concepto de seguridad que había nacido en esta tierra Caribe, primero con la llegada de Rafael Núñez a la Presidencia del Estado de Bolívar y después, a través de su elección como Presidente de Colombia. Ese concepto de orden se perdió; prácticamente el país lo desconoció desde 1903.

Esas guerrillas marxistas, salvo algunos esfuerzos que fueron cortos, el del presidente Valencia, el del presidente Turbay, que tenemos que recordar, crecieron sin freno. Y esto lo digo a la luz, al oído de los jóvenes que no conocieron ese momento de la vida nacional: combinaban todas las formas de lucha; decían ‘nosotros matamos, pero hacemos política con los sindicatos; secuestramos, pero hacemos política con el movimiento estudiantil; ponemos bombas, pero cautivamos sectores del periodismo. La combinación de las diferentes formas de lucha. Después llegaron los paramilitares e hicieron lo mismo y compitieron en crueldad. Y qué se produjo, los paramilitares asesinaban lideres sindicales acusándolos de ser colaboradores de la guerrilla y los guerrilleros asesinaban lideres sindicales acusándolos de ser colaboradores de los paramilitares.

Y a esto se sumo un agravante: en el departamento de Arauca, en el ultimo año y medio, ha habido un enfrentamiento sanguinario entre las dos guerrillas. Las Farc llega a un hospital y dice: ‘ah, este líder sindical es del Eln’ y lo mata. Y el Eln llega a un campamento de obras públicas y dice ‘este líder sindical es de la Farc’ y lo asesinan. De manera muy breve este es un recorrido de la historia de esta tragedia en Colombia.

Esas guerrillas marxistas nacieron en aras de la equidad social, lo que hicieron fue producir el paramilitarismo, un desplazamiento al exterior de 4 millones de colombianos, un desplazamiento interno de 3 millones de colombianos, un desempleo del 20 por ciento.

Esta plaga le trajo a Colombia todos los daños. Ayer me preguntaba un periodista en Armenia qué opina del pedido internacional de la guerrilla de que le den estatus de fuerza beligerante. Le dije, mire, nosotros, por consideración al dolor de las familias de los secuestrados, hemos abierto opciones para buscar el canje. Pero lo que no estamos dispuestos, mientras estos bandidos persistan en la violencia, es a que el mundo les dé reconocimiento de estatus de beligerancia. El único estatus que les cabe es el de terroristas, sanguinarios, narcotraficantes.

Ha sido un terrorismo rico; una de las causas que determinó la voluntad de negociación en El Salvador. Y lo digo con todo el respeto a la muy ilustre delegación de El Salvador. Es que la guerrilla vio que le llegaron dos circunstancias: primero, llegó a un punto en el que no tuvo avance militar y segundo, perdió la financiación que le llegaba de las ONG de Europa Occidental.

Yo les preguntaba hace unos años a los investigadores: ‘pero esa financiación no le llegaba de la Cortina de Hierro y me decían ‘no, pudo llegarles en algún momento; en los últimos años les llegaba de las ONG de Europa Occidental, que han guardado silencio sobre ese tema; sobre la manera como financiaron violencia en América Latina.

Cuando se le acabo ese dinero a la guerrilla salvadoreña, llegó ese punto de estancamiento militar; no tuvo más camino que negociar, lo reconoce uno de sus líderes, Joaquín Villalobos. Y la investigadora canadiense, cuya obra se ha reconocido como lo más fiel a la realidad de lo que ocurrió en El Salvador.

Aquí estos bandidos han destruido 3 millones de hectáreas de selva para sembrar coca; han tenido en el narcotráfico y en el secuestro su sustento. Por eso nosotros no podemos dar pausa a la tarea de derrotar el narcotráfico. Esos bandidos de aquí, por esa riqueza, le mezclan a su espíritu sanguinario su actitud arrogante. Nosotros tenemos que dar opciones en consideración a las familias, al dolor de las familias de los secuestrados. Pero no tener ninguna consideración con estos terroristas.

Yo prefiero adelantar todo el debate con quienes controvierten estas tesis, que tener flojera frente a unos terroristas que le han hecho tanto daño al pueblo colombiano. Por eso, hay que estar firmes ahora para no permitir zonas de despeje y tampoco la otra propuesta de que salgan de la cárcel los guerrilleros de la Farc y se los entreguemos a la Farc para que se reintegren al crimen. Esta Patria tiene, en los pabellones de sanidad de los hospitales militares y policivos, 1.700 integrantes de la Fuerza Pública con algún grado de mutilación.

Están en terapia, se están preparando para prótesis, aprendiendo a manejar prótesis, tratando de reanimarse en sillas de ruedas. Yo pienso en ellos. Si ellos ven que salen de la cárcel unos guerrilleros que hemos soltado, el mundo debe saber que hemos hecho enormes esfuerzos por el acuerdo humanitario, que hemos liberado 175 guerrilleros de la Farc de la cárcel, sin que esos bandidos hayan liberado uno solo de los secuestrados.

Yo creo que los compatriotas de la Policía y el Ejército que están en los pabellones de Sanidad de los hospitales comprenderían que salgan unos guerrilleros por el canje humanitario, si no vuelven a delinquir. Lo que no comprenderían es que salgan de la cárcel para reintegrarse al asesinato y al terrorismo.

Nosotros hemos liberado 175, estamos dispuestos a liberar más por el canje humanitario, pero lo que no vamos a permitir es que salgan de la cárcel y se los entreguemos a la Farc en las selva para que la Farc los incorpore inmediatamente a las hordas del crimen.

El país vivió esa experiencia: salieron unos de la cárcel y a los 3 días se aparecían en la televisión, vestido, guerrillero de camuflado, blandiendo armas y humillando la dignidad del pueblo colombiano y de nuestras instituciones democráticas. Hay que insistir en esa tarea.

Tienen preocupación ustedes por los precios. Yo creo que la intervención del ministro Hernán Martínez es clara: la idea del Gobierno es que si el país observa que en los biocumbustibles hay una gran fuente de desarrollo del campo, de contribución al medio ambiente, de generación de empleo de alta calidad y con afiliación a la seguridad social, el tema de los precios pasará a un segundo nivel de importancia en el debate colectivo. Creo que hemos tomado decisiones razonables como la de poner unos mínimos y no fijar techo. Que haya unos precios mínimos.

Que si el azúcar está por debajo de ese precio, el biocombustible no se baje del mínimo, el etanol; que si el aceite de palma está por debajo de ese precio, el precio del biocombustible no se baje de ese mínimo. Hice un sin techo, esto es, bajando nos frena el mínimo, subiendo irán de la mano del precio de cotización de su materia prima.

Yo pienso que esta es una política de precios atrevida y bastante atractiva para que prosperen los biocombustibles en Colombia.

Recurso Humano. Este país tiene un gran recurso humano de trabajadores y de gerentes, extraordinario. Déjenme dar un ejemplo coloquial: era yo Gobernador de Antioquia y se iba a inaugurar un metro que allá hay de 33 kilómetros, construido por alemanes y españoles. Dijeron, bueno falta un año, necesitamos entrenar a los operadores durante un año. Empezamos. A los dos meses los estudiantes criollos le daban clase a los profesores europeos.

Este país tiene algo muy importante en el talento de sus trabajadores, en el talento de sus empresarios. Y me han dicho los inversionistas internacionales, dicen: ‘Presidente, hable de la gerencia colombiana que es de lujo’.

En todos los mercados internacionales se valora la gerencia colombiana. Y le pregunto a inversionistas chilenos, canadienses, suizos, por qué les gusta Colombia y me dicen, porque aquí tenemos con quien asociarnos. En este país se encuentra un gran recurso humano y empresarial con el cual asociarse.

Agradezco inmensamente su asistencia a este foro y reitero los votos para que en los biocombustibles Colombia le haga un gran aporte a la superación de la pobreza, a la construcción de equidad, a la recuperación del sector agropecuario, a la lucha contra el calentamiento global y a la generación de empleo de buena calidad y con afiliación a la seguridad social.

Muchas gracias. "


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