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La segunda parada de la gira del presidente norteamericano incluyó un asado y un paseo de las primeras damas por el casco histórico, pero no mucho más; se habló de comercio y de biocombustibles, pero no hubo avances concretos. Una vez más, Bush evitó hablar de su enemigo Chávez.
Colonia se despertó sin su habitual calma: las aspas de los helicópteros retumbaban sobre sus cabezas y el paso apurado de los agentes de seguridad, algunos con perros, cortaban el paso el paso de los residentes del Casco Histórico. A 30 kilómetros de allí se respiraba otro aire. En la bucólica estancia presidencial, la del nombre aristocrático, el mandatario uruguayo Tabaré Vázquez se paseaba por los floridos jardines junto a su par estadounidense, George W. Bush, y las esposas de ambos, María Auxiliadora Delgado y Laura Bush, mientras el asador doraba costillas de cordero a fuego lento. Después del paseo y el almuerzo llegó el encuentro a solas. Qué se dijeron quedará para los historiadores, porque la posterior conferencia de prensa arrojó muy pocas pistas. No hubo anuncios grandilocuentes, pero Vázquez manifestó su intención de ampliar el comercio con Estados Unidos. “Uruguay no puede ni quiere irse del Mercosur”, afirmó. Pero enseguida agregó, como para no dejar mal parado a su huésped, que la estrategia de su país es de una integración abierta. Bush no anunció concesión comercial alguna, pero dijo que ambos hablaron de invertir y crecer.
Pese a la resistencia que la visita del republicano generó en algunos sectores de la coalición del Frente Amplio, Tabaré le pidió a Bush facilidades de acceso al mercado estadounidense para textiles, carne ovina, arándanos, software y arroz. Así lo confirmó: “Planteé una mejora del intercambio bilateral en lo que se llama el Sistema General de Preferencias, que tendría que encuadrarse en las autorizaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC)”, dijo en la rueda de prensa tras su encuentro con Bush. Su ministro de Economía, Danilo Astori, no quiso dejar lugar a las dudas. “No se habló de un tratado de libre comercio con EE.UU.”, aclaró.
Paradójicamente, o quizá no tanto, Astori es considerado como un impulsor de un tratado de libre comercio con Washington, mientras que el canciller Reinaldo Gargano y otros miembros de la alianza se manifiestan contrarios. Actualmente una comisión bilateral evalúa los alcances del Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones (TIFA, por sus siglas en inglés) que firmaron los gobiernos en enero pasado –y que muchos interpretan como paso previo a un TLC–. Vázquez también hizo una aclaración que seguramente fue bien recibida del otro lado del Río de la Plata: dijo que no trató con el presidente norteamericano el conflicto de las papeleras.
Por su parte, en su intervención, Bush dijo que con Uruguay son “socios naturales” y las áreas clave para mejorar el intercambio son el software (que le interesa a Estados Unidos) y los arándanos (que le interesa a Uruguay), como si se tratara de dos productos con el mismo valor agregado. También intentó endulzar los oídos de sus interlocutores con un “Estados Unidos está listo para reducir los subsidios agrícolas”, pero, dijo, siempre hay un pero, primero quiere estar seguro de que haya un mercado para esos productos. Parece un contrasentido: si hubiera un mercado comprador para productos agrícolas en Estados Unidos, no haría falta subsidiar a los granjeros norteamericanos.
Pasando a otro tema, el mandatario norteamericano dijo haber hablado con Vázquez sobre el uso de etanol como combustible menos contaminante, un día después de sellar un acuerdo de biocombustible con Lula da Silva en Brasil.
Después llegó el momento por todos esperado y Bush omitió otra vez responder sobre Hugo Chávez. Sin nombrarlo, apenas soltó una referencia a la importancia que tiene el respeto a los derechos humanos. Los periodistas se relamían, pero la oportunidad para la repregunta nunca llegó.
Alberto Couriel, economista y legislador del Frente Amplio, señaló a Página/12 que la cumbre no dejó nada en concreto. “Un tratado de libre comercio no está en los planes de Uruguay y Bush no trajo concesiones para que entren productos uruguayos sin arancel. Anteriormente, Estados Unidos había propuesto un tratado de libre comercio y Uruguay había dicho que no. En Anchorena no se avanzó porque Bush no hizo una concesión unilateral, y cualquier otro acuerdo debe ser aprobado por la Organización Mundial del Comercio”.
Para Couriel, la visita de Bush es netamente política. “Quiere buscar una cuña en el Mercosur, pero Uruguay se queda”, disparó. El otro objetivo que persigue Bush, señaló el legislador, es mejorar su imagen política. “Se le ocurrió hacer esta gira por Latinoamérica, se acordó un poco tarde de la pobreza de la región”, remató.
Gerardo Caetano, director del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Sociología de Montevideo, advirtió que Bush ha fracasado en su política exterior y no ha hecho nada por América latina. “Con un Congreso demócrata que no impulsará continuar con la guerra en Irak, con unas elecciones en el horizonte, Bush necesita salir a consolidar las relaciones con sus socios”, señaló a este diario.
El analista explicó que en el caso de México, Guatemala y Colombia –a donde llega hoy– la idea es reforzar esas relaciones. En cambio, con Uruguay y Brasil el plan sería otro. “Atiende al gran talón de Aquiles que es el Mercosur, el bloque que le dijo que no”, dijo.
Al experto se le preguntó hasta dónde llegaría Uruguay. Caetano dijo que no muy lejos. “EE.UU. buscó el año pasado la salida de Uruguay del Mercosur a través de un tratado de libre comercio, lo que hubiera representado una herida mortal para el bloque. Ahora el gobierno de Uruguay no se atrevería a un tratado de libre comercio, porque Brasil ha comenzado a escuchar los reclamos de Uruguay”, señaló.
Según Caetano, el Ejecutivo uruguayo hizo un movimiento táctico. “Por un lado, se acercó más a Brasil, dado que no puede estar mal con Argentina y Brasil al mismo tiempo, y conjuntamente se acerca a Estados Unidos, entonces ratifica su pertenencia al Mercosur, pero se ubica distinto para que escuchen sus reclamos.”
Cuando se le preguntó si no creía que Uruguay se vería tentado por una oferta que para EE.UU., en números, es equivalente a ampliar un acuerdo con una economía mucho más grande. Caetano insistió que el gobierno frenteamplista no desea alinearse con Washington. “Estados Unidos fue el primer comprador de las exportaciones de Uruguay en el 2001, ahora ese lugar lo ocupa Brasil”, graficó. “Estados Unidos le compra carne, lácteos, lana, cuero, textiles, biocombustible, esos son commodities, en cambio lo que Uruguay vende al Mercosur tiene valor agregado”, se explayó Caetano.
Los colonienses dieron su opinión también sobre este encuentro entre su presidente y Bush. “Me parece bien que haya venido Bush, este es un país chiquito, necesita crecer”, dijo la jubilada Gladis Martínez, mientras caminaba por el casco histórico. A su lado, su amiga Mari Fernández acotó: “esperamos que sea beneficioso en lo económico. Los países grandes ignoran las necesidades de los más chicos”.
Ayer, sábado, las zonas turísticas de la ciudad se poblaron de visitantes tentados por el buen clima y la novedad. “Comercialmente le va a hacer bien a Uruguay”, dijo Federico, una comerciante de 30 años que vino de Montevideo para pasar la tarde.
El intendente de Colonia, Walter Zimmer, del Partido Nacional (blanco), opinó algo parecido a lo que dijo el comerciante: “Los que somos gobernantes, nos vemos congratulados de que se elija este departamento para que se hagan acuerdos comerciales y acercamientos diplomáticos. Dada la situación económica de Uruguay, tiene que buscar exportar en otros lugares más allá del Mercosur”, le explicó a Página/12.
Mientras los políticos analizaban las conductas de los presidentes, todo Colonia cuchicheaba sobre la presencia de las primeras damas. Después del almuerzo partieron las dos a recorrer el casco histórico en sus trajecitos: Laura Bush de color lila, María Auxiliadora de marrón. Pasaron por la puerta de la Ciudadela y remontaron las calles de piedra, entre puestos de artesanos y restaurantes con farolitos.
–Es sencilla, es linda –dijo a los gritos una señora llamada Elcira.
–Esa es la mujer de un asesino –le contestó secamente su marido.
Las señoras paquetas no tardaron en acercarse y de repente explotaron en una salva de aplausos.
–¿Por qué los aplausos, la conoce? –preguntó alguien.
–Estoy chocha de verla, anotá, me llamo Chichila Rivero, vengo de Punta del Este –dijo una de las admiradoras.
Después de la recorrida, las primeras damas se subieron a una limusina negra y, con el ejército de custodios a cuestas, volvieron a la Estancia Anchorena y minutos después los Bush partieron hacia Montevideo a pasar la noche antes de seguir viaje a Colombia. Custodiada hasta los dientes, la comitiva se subió a una limusina negra y partió rápidamente. Al atardecer, en Colonia sólo se oía el sonido de la brisa moviendo las hojas de los árboles.
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