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El gobierno colombiano reaccionó prudentemente este martes al llamado a consultas que Venezuela hizo de su embajador en Bogotá, en tanto que el presidente Alvaro Uribe recibió apoyo político interno, incluso de opositores, en su choque con el mandatario vecino, Hugo Chávez.
El canciller colombiano Fernando Araújo descartó responder con la misma medida a la decisión de Caracas que sorpresivamente llamó al embajador Pável Rondón, argumentando "los recientes acontecimientos y con el fin de proceder a una evaluación exhaustiva de las relaciones bilaterales".
"El gobierno colombiano no va a llamar a consultas a nuestro embajador en Caracas sino que permanecerá en esa ciudad", dijo Araújo en una conferencia de prensa en reacción al anuncio de la cancillería venezolana.
La decisión de Caracas es una consecuencia del enfrentamiento verbal desatado el fin de semana entre los dos mandatarios, a raíz de la suspensión que Uribe hizo de la mediación de Chávez para buscar la liberación de un grupo de secuestrados con el beneplácito del presidente francés Nicolas Sarkozy.
Las FARC proponen canjear a unos 500 rebeldes presos por al menos 45 rehenes, entre ellos la política colombo-francesa Ingrid Betancourt, los estadounidenses Keith Stansell, Thomas Howes y Marc Gonsalves, así como decenas de políticos, militares y policías colombianos, algunos próximos a cumplir 10 años de cautiverio.
Respecto a la mediación de Chávez, el canciller colombiano acusó a la guerrilla de "utilizar el espacio que generosamente abrió el gobierno venezolano con la autorización del presidente Uribe para presentarse ante la opinión pública internacional como adalides de la democracia mientras en Colombia tenemos actos de terror".
El llamado a consultas del embajador venezolano ya tuvo un antecedente en enero de 2005 cuando Caracas hizo lo mismo durante un mes, después de conocer que Bogotá pagó a militares venezolanos por capturar en forma subrepticia en Caracas a Rodrigo Granda, el llamado 'canciller' de la guerrilla marxista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Esa vez Uribe y Chávez, conocidos por su locuacidad, se cuidaron de atacarse directamente y la crisis se superó con una reunión de ambos, a pedido de Brasil y España. Ahora, en cambio, el intercambio de adjetivos entre ambos ha sido fuerte.
Este martes la coalición oficialista cerró filas en torno a Uribe, como también ocurrió con el opositor partido Liberal que le brindó respaldo, mientras el izquierdista Polo Democrático Alternativo, en un prudente comunicado, evitó criticar al presidente y llamó a las dos partes a recomponer las relaciones.
El partido Conservador, que hace parte de la coalición política que sustenta al gobierno de Uribe, calificó como "insultantes" e "injuriosas" los pronunciamientos del mandatario venezolano.
Entre tanto, la senadora opositora colombiana Piedad Córdoba, a quien también Uribe le retiró la autorización para actuar como facilitadora del canje, se dispone a defender su papel en una sesión del Congreso citada para el atardecer del martes, que pidió sea pública.
Córdoba, quien ha lamentado incluso con lágrimas el desenlace de su gestión, negó haber ofrecido a las FARC un gobierno de transición como denunció el comisionado de paz del gobierno, Luis Carlos Restrepo.
Restrepo anunció este martes que Bogotá buscará la liberación de los rehenes directamente con los frentes de las FARC que los tienen en su poder, a cambio de beneficios jurídicos.
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